1-10 El campamento debía ser purificado. La pureza de la iglesia debe ser mantenida tan cuidadosamente como su paz y orden. Todo israelita contaminado debía ser separado. La sabiduría que viene de lo alto es primero pura, luego pacífica. Cuanto mayor sea la profesión de religión que una casa o familia haga, más obligados están a alejar la iniquidad de ellos. Si un hombre engaña o defrauda a su hermano en cualquier asunto, es una ofensa contra el Señor, quien nos exige y ordena estrictamente hacer justicia. ¿Qué debe hacer un hombre cuando su conciencia despertada lo acusa de culpa de este tipo, aunque haya sucedido hace mucho tiempo? Debe confesar su pecado, confesarlo ante Dios, confesarlo ante su prójimo y avergonzarse a sí mismo; aunque le cueste reconocerse en una mentira, debe hacerlo. Se debe hacer satisfacción por la ofensa hecha a Dios, así como por la pérdida sufrida por el prójimo; en ese caso, la restitución no es suficiente sin fe y arrepentimiento. Mientras lo que se ha obtenido de manera incorrecta se conserve conscientemente, la culpa permanece en la conciencia y no se elimina con sacrificio u ofrenda, oraciones o lágrimas; porque es el mismo acto de pecado persistido. Esta es la doctrina de la razón correcta y de la palabra de Dios. Detecta a los hipócritas y dirige la conciencia tierna hacia una conducta apropiada que, brotando de la fe en Cristo, abrirá el camino para la paz interior.

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