81-88 El salmista buscaba la liberación de sus pecados, sus enemigos y sus temores. La esperanza diferida lo hizo desmayarse; sus ojos fallaron al buscar esta salvación esperada. Pero cuando los ojos fallan, la fe no debe hacerlo. Su aflicción fue grande. Se convirtió en una botella de cuero que, si se cuelga en el humo, se seca y se arruga. Siempre debemos tener en cuenta los estatutos de Dios. Los días del luto del creyente terminarán; son solo por un momento, comparados con la felicidad eterna. Sus enemigos usaron el arte y el poder para su ruina, en desprecio de la ley de Dios. Los mandamientos de Dios son guías verdaderos y fieles en el camino de la paz y la seguridad. Podemos esperar mejor la ayuda de Dios cuando, como nuestro Maestro, lo hacemos bien y sufrimos por ello. Los hombres malvados casi pueden consumir al creyente en la tierra, pero él preferiría abandonar todo antes que abandonar la palabra del Señor. Debemos depender de la gracia de Dios para tener la fuerza para hacer todo buen trabajo. La señal más segura de la buena voluntad de Dios hacia nosotros es su buena obra en nosotros.

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