9-16 El creyente debe tener tiempos de tentación, aflicción y desánimo; la iglesia debe tener temporadas de persecución. En esos momentos, el pueblo de Dios estará listo para temer que los haya rechazado y que su nombre y su verdad sean deshonrados. Pero deberían mirar por encima de los instrumentos de su problema, a Dios, sabiendo que sus peores enemigos no tienen poder contra ellos, sino lo que está permitido desde arriba.

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