1-3 Dios es fiel, aunque no se puede confiar en los hombres, y es bueno para nosotros que así sea. David no tiene otra súplica para depender que el nombre de Dios, ningún otro poder para depender que la fuerza de Dios, y a estos los hace su refugio y confianza. Esta sería la respuesta efectiva a sus oraciones. Mirando a David, traicionado por los hombres de Judá, y a Jesús, traicionado por uno de sus apóstoles, ¿qué podemos esperar de cualquiera que no haya puesto a Dios delante de ellos, salvo la ingratitud, la traición, la malicia y la crueldad? ¿Qué vínculos de la naturaleza, o amistad, o gratitud, o alianza, mantendrán a aquellos que han roto el temor de Dios? Selah Marca esto. Pongamos a Dios delante de nosotros en todo momento; porque si no lo hacemos, estamos en peligro de desesperación.

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