Mi alma, etc. - Este segundo ejemplo de la ternura de David obró más en Saúl que el primero. Se siente abrumado y abrumado por la bondad de David hacia él. Mi alma era preciosa a tus ojos, lo que pensé que había sido odioso. Reconoce que había hecho muy mal al perseguirlo: he actuado contra la ley de Dios, he pecado; y en contra de mi propio interés, he hecho el tonto al perseguirlo como enemigo, que en verdad era uno de mis mejores amigos.

Y en esto he cometido un gran error, te he hecho daño a ti y a mí mismo. Nada puede ser más completo e ingenioso que esta confesión: Dios seguramente ahora tocó su corazón. Y promete no perseguirlo más: ni parece que lo haya intentado nunca.

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