No tenía descanso en mi espíritu, por un ferviente deseo de saber cómo había sido recibida mi carta. Porque no encontré a Tito, a su regreso de ti. Salí, pues, a Macedonia, donde, al estar mucho más cerca, podría ser más fácil que me informaran de ti. El apóstol retoma el hilo de su discurso, 2 Corintios 7:2 , interponiendo una digresión admirable acerca de lo que había hecho y sufrido en otra parte, cuyo beneficio por este medio deriva también a los corintios; y como preludio de su disculpa contra los falsos apóstoles.

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