Y salió humo de la fosa: las langostas, que luego se levantaron de ella, parecen ser, como veremos después, los persas; agradable a lo cual, este humo es su detestable doctrina idólatra, y su falso celo, que ahora estalla en un paroxismo poco común. Como el humo de un gran horno, donde las nubes se elevan más y más espesas, se extienden a lo largo y a lo ancho, y se presionan unas sobre otras, de modo que la oscuridad aumenta continuamente. Y el sol y el aire se oscurecieron: una expresión figurada que denota una gran aflicción. Este humo ocasionó cada vez más oscuridad sobre los judíos en Persia.

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