Y del humo, no del abismo, sino del humo que de allí brota. Salieron langostas, un emblema conocido de un pueblo numeroso, hostil y hiriente. Tales eran los persas, de quienes los judíos, en el siglo VI, sufrieron más allá de toda expresión. En el año 540 se paralizaron sus academias, ni se les permitió tener presidente por cerca de cincuenta años. En 589 terminó esta aflicción; pero empezó mucho antes del 540.

El preludio de la misma fue hacia los años 455 y 474: la tormenta principal sobrevino en el reinado de Cabades, y duró del 483 al 532. Hacia principios del siglo VI, Mar Rab Isaac, presidente de la academia, fue puesto a muerte. A esto siguió una insurrección de los judíos, que duró siete años antes de que fueran conquistados por los persas. Algunos de ellos fueron luego ejecutados, pero no muchos; el resto fue encarcelado de cerca.

Y desde este tiempo la nación de los judíos fue odiada y perseguida por los persas, hasta que casi la habían desarraigado. Los escorpiones de la tierra: los más dañinos. Los escorpiones del aire tienen alas.

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