Si su corazón no se enaltece, él insinúa que las Escrituras leídas con diligencia son un medio poderoso para mantenerlo humilde, porque le muestran que, aunque es un rey, está sujeto a un monarca superior, a quien debe Dar cuenta de todas sus administraciones y recibir de él su sentencia conforme a su calidad, suficiente para abatir el orgullo de la persona más altanera del mundo.

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