Déjame ir, porque supuso que la amenaza de Dios podría ser condicional y reversible, como muchos otros lo eran. Ese hermoso monte ... Que los judíos no entendían improbablemente de ese monte en el que se iba a construir el templo. A esto parece llamar a esa montaña, enfática y eminentemente, lo que estaba mucho en los pensamientos de Moisés, aunque no en sus ojos.

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