Los quebré ante tus ojos, no por una pasión desenfrenada, sino por el celo por el honor de Dios y por la dirección del espíritu de Dios, para significar a tu pueblo, que el pacto entre Dios y ellos contenido en esas tablas se rompió y fueron ahora fuera del favor de Dios, y no podía esperar de él más que una indignación ardiente.

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