17. Y tomé las dos mesas y las arrojé. Moisés se acusa de no haber transgredido; por lo tanto, no nos da a entender que fue impulsado a romper las tablas por la impetuosidad de la ira excesiva; sino que repite nuevamente lo que se merecían y, en consecuencia, que desempeñó el cargo de heraldo, (391) para denunciar, no de boca en boca solo, pero por un solemne rito también, que el Pacto de Dios fue roto y anulado por su pérfido. Por esta razón, también se arrojó y rompió las mesas ante sus ojos, para que alarmados por un castigo tan terrible, pudieran ser más sinceros con la expiación de sus pecados.

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