7. Recuerda, y no olvides, cómo provocaste Para reprobar la ingratitud de la gente, Moisés aquí se refiere brevemente a algunos de sus delitos; pero él insiste principalmente en la historia de su revuelta, en la cual su impiedad extrema y más detestable se traicionó. Por lo tanto, narra este crimen en palabras casi idénticas que había usado previamente en Éxodo. Él comienza instándolos a menudo a reflexionar sobre sus pecados, para que nunca los olviden; y este recuerdo constante de ellos no solo tendía a humillarlos, sino también a enseñarles a dejar de lado su naturaleza depravada y a acostumbrarse a ser obedientes a Dios. Luego, continúa con la historia misma, demostrando que Dios había sido provocado por su idolatría para destruirlos. Si se hace una pregunta aquí, cómo fue que Moisés prevaleció sobre Dios para cambiar su intención, nuestra curiosidad debe ser reprimida, para que no discutamos más profundamente de lo que es apropiado respetar el decreto secreto e incomprensible de Dios. Claro es que Dios no actuó de otra manera de lo que había determinado; pero Moisés no va más allá de la frase que le fue revelada; así como debemos concluir con seguridad que la destrucción está preparada para nosotros cuando transgredimos; y que la ira de Dios se apacigua cuando volamos a Su misericordia con verdadera fe y con sincero afecto. El resto ya ha sido expuesto.

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