Ojo por ojo - La ejecución de esta ley no se pone en manos de particulares, como si todo hombre pudiera vengarse a sí mismo, lo que introduciría una confusión universal. La tradición de los ancianos parece haberle puesto este brillo corrupto. Pero los magistrados tenían en cuenta esta regla al castigar a los infractores y hacer lo correcto con los heridos.

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