Si un hombre entrega mercancías, supongamos que a un porteador para ser transportado, o un almacenista para ser conservado, o ganado a un granjero para ser alimentado con una consideración valiosa, y una confianza especial depositada en la persona con la que están alojados; en caso de que estos bienes sean robados o perdidos, perezca o se dañen, si parece que no fue por culpa alguna del fiduciario, el propietario debe hacer frente a la pérdida, de lo contrario, el que haya sido infiel a su confianza debe ser obligado a hacer satisfacción.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad