El Señor le dijo a Jacob: Vuelve y estaré contigo; aunque Jacob se había enfrentado a un trato muy duro, no quiso abandonar su lugar hasta que Dios se lo ordenara. Llegó allí por órdenes del cielo, y allí mataría hasta que se le ordenara regresar. La dirección que recibió del cielo se relata más plenamente en el relato que da a sus esposas, donde les cuenta el sueño que tuvo sobre el ganado y el maravilloso aumento de los de su color; y cómo el ángel de Dios en ese sueño le instruyó que no fue por casualidad, ni por su propia política, que obtuvo esa gran ventaja, sino por la providencia de Dios, quien se había dado cuenta de las dificultades que Labán le había impuesto, y en cumplimiento de su promesa.

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