Los destruiré con la tierra, pero te haré un arca; me ocuparé de salvarte con vida. Esta arca era como el casco de un barco, preparado no para navegar sobre las aguas, sino para flotar esperando su caída. Dios podría haber asegurado a Noé, mediante el ministerio de ángeles sin ponerlo a ningún cuidado o dolor, pero eligió emplearlo para hacer lo que sería el medio de su preservación, tanto para la prueba de su fe y obediencia, y para enseñarnos que nadie será salvo por Cristo, sino los que obran su salvación; no podemos hacerlo sin Dios, y él no lo hará sin nosotros: tanto la providencia de Dios como la gracia de Dios coronan los esfuerzos de los obedientes y diligentes.

Dios le dio instrucciones particulares sobre este edificio. Debe estar hecho de madera de Gopher; Noah, sin duda, sabía qué tipo de madera era, aunque ahora no lo sabemos. Debe tener tres pisos de altura por dentro: y debe dividirlo en cabañas con tabiques, lugares adecuados para los diversos tipos de criaturas, de modo que no pierda espacio. Se le dan las dimensiones exactas, para que pueda hacerlo proporcional y pueda tener suficiente espacio para responder a la intención, y nada más.

Debe echarlo por dentro y por fuera: por fuera, para quitar la lluvia y evitar que el agua se empape; dentro, para quitar el mal olor de las bestias cuando se mantienen cerca. Debe hacer una pequeña ventana hacia la parte superior para dejar entrar la luz. Debe hacer una puerta en el costado por la cual entrar y salir.

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