El Señor - Ese Jehová, a quien nosotros, nada menos que tú, reconocemos y adoramos como el Dios de dioses, infinitamente superior a todos los llamados dioses. La multiplicación de sus títulos y la repetición de estas palabras, demuestran su celo y seriedad en este asunto. Él sabe - A aquel que conoce todas las cosas y la verdad de lo que estamos diciendo, apelamos. No sólo nuestras palabras presentes, sino nuestro curso futuro y constante satisfarán a todo Israel de nuestra perseverancia en la religión verdadera.

En rebelión: si esto lo hemos hecho con tal diseño, o de tal manera. No nos salves, tú, oh Señor, a quien hemos apelado, y sin quien no podemos ser salvos y preservados, no nos salves de ninguno de nuestros enemigos, ni de la espada de nuestros hermanos. Es un apóstrofe repentino a Dios, habitual en discursos tan vehementes.

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