No descubras tu cabeza, es decir, no des ningún significado de tu dolor; no llores por ellos; en parte para que no parezca justificar a sus hermanos y reflexione tácitamente sobre Dios como demasiado severo; y, en parte, para que no se distraiga o perturbe en su presente servicio, que Dios espera que se haga con alegría. Pero llorad el ardor, no tanto por compasión hacia ellos, como por dolor por las señales del divino disgusto.

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