De tu simiente: ya sea el sumo sacerdote o los inferiores. Que tenga - En todas las edades sucesivas, cualquier defecto o exceso de partes, cualquier deformidad o imperfección notoria en su cuerpo. La razón de esto es en parte típica, que él, podría representar más plenamente a Cristo, el gran sumo sacerdote, que fue tipificado tanto por el sacerdote como por el sacrificio, y por lo tanto ambos debían ser sin defecto; en parte moral, para enseñar a todos los cristianos y especialmente a los ministros de cosas santas, en qué pureza y perfección de corazón y vida deben trabajar, y que las notorias imperfecciones en la mente o en la conversación hacen que un hombre no sea apto para el ministerio del evangelio; y en parte prudencial, porque tales imperfecciones podían generar desprecio hacia la persona; y en consecuencia, de su función y de las cosas santas en las que ministraba.

Por esa razón, las personas que tienen notorios defectos o deformidades, todavía no son aptas para el ministerio, excepto donde hay dones y gracias eminentes, que reivindican al hombre del desprecio de su presencia corporal. El defecto particular que se menciona aquí, no me extenderé porque algunas de las palabras hebreas se interpretan de manera diversa, y debido a que el uso de estas cosas está abolido, el conocimiento de ellas no es necesario.

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