Y uno de los fariseos le pidió que comiera con él - Que el candor con que nuestro Señor aceptó esta invitación, y su dulzura y prudencia ante este engañoso entretenimiento, nos enseñe a mezclar la sabiduría de la serpiente, con la inocencia y dulzura de la paloma. No rechacemos absolutamente todos los favores, ni nos resentimos por todos los descuidos, de aquellos cuya amistad es, en el mejor de los casos, muy dudosa, y su intimidad de ninguna manera segura.

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