Su señor lo entregó a los verdugos: el encarcelamiento es un castigo mucho más severo en los países del este que en los nuestros. Los delincuentes estatales, especialmente cuando están condenados a ello, no solo están limitados a una asignación muy mezquina y escasa, sino que con frecuencia se cargan con zuecos o yugos pesados, de modo que no pueden acostarse ni sentarse cómodamente: y por frecuentes azotes y, a veces, estafas son llevado a un final prematuro.

Hasta que pagara todo lo que se le debía ... Es decir, sin toda esperanza de ser liberado, porque esto nunca podría hacer. Cuán observable es todo este relato; así como la gran inferencia que nuestro Señor extrae de ella: El deudor fue libre y completamente perdonado; Lo ofendió intencional y gravemente; Se le retiró el perdón, se requirió toda la deuda y el delincuente se entregó a los verdugos para siempre. ¿Y todavía diremos, pero cuando una vez seamos libre y completamente perdonados, nuestro perdón nunca podrá ser retirado? De cierto, de cierto os digo que así también os hará mi Padre celestial, si no perdonáis de corazón cada uno a su hermano sus ofensas.

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