Epístola de Cipriano LXXVII

Y, como trompeta que suena, has suscitado al encuentro cercano a los soldados de Dios, provistos de armas celestiales; y peleando en la primera fila, matasteis al diablo con una espada espiritual; también disteis las tropas de los hermanos, de un lado y del otro, con vuestras palabras, de modo que por todas partes se tendieron lazos para el enemigo, y los tendones cortados del mismo cadáver del enemigo público fueron pisoteados.[3]

Epístola de Teonas a Luciano

y entonces también acabaréis con toda mala voluntad, y heriréis la cabeza de la serpiente antigua,[22]

Constituciones de los Santos Apóstoles Libro VIII

Y después de eso, que proclame: Vosotros, penitentes, orad; oremos todos fervientemente por nuestros hermanos en estado de penitencia, para que Dios, el amante de la compasión, les muestre el camino del arrepentimiento, y acepte su regreso y su confesión, y aplastar repentinamente a Satanás bajo sus pies,[64]

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