Edificando La Fe De Los Discípulos Juan Catorce

Jesús usó algunos de sus últimos momentos con sus discípulos para consolarlos y alentar su fe. Nuevamente predijo su muerte, pero también les dio esperanza al hablar de su resurrección. Jesús dijo que dejaría esta tierra para ir al cielo. La buena noticia es que Él está preparando allí un lugar para sus fieles discípulos. Él dijo: "En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si no fuera así, os lo habría dicho.

Voy a preparar un lugar para ti. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré conmigo; para que donde yo estoy, vosotros también estéis.” ( Juan 14:2-3 ) Incluso les dijo a los discípulos que conocían el camino para llegar a este hogar celestial. ¡Jesús es el camino! Una vida de fe amorosa y sumisa en Jesús conduce a ese hogar celestial.

Jesús no quería que Su muerte sobrecargara los corazones de Sus discípulos. Quería que lo vieran como "El Camino, la Verdad y la Vida". Aquellos que siguen a Jesús deben llegar a ser como Él y hacer las obras que Él hizo. Los discípulos de Jesús están involucrados en la difusión del gran mensaje de la resurrección de Jesús al mundo.

Jesús dio mandatos a sus discípulos y dijo: "Si me amáis, guardad mis mandamientos". ( Juan 14:15 ) Jesús llamó a la acción de aquellos que serían sus discípulos. Un verdadero seguidor de Cristo es aquel que lo ama y obedece Su voluntad. Jesús prometió enviar otro Consolador a los apóstoles. Esta fue una promesa de que Él enviaría el Espíritu Santo.

El Espíritu enseñó a los apóstoles todas las cosas y les recordó todas las cosas que habían sido enseñadas por el Señor. El Espíritu guió personalmente a los apóstoles hasta el final de sus vidas ya través de los escritos de los apóstoles nos guía hoy. El Señor amó a Sus apóstoles y no los dejaría huérfanos. Eran sus hijitos. ( Juan 13:33 ) La obediencia de parte de un discípulo gana al creyente el amor de Jesús y el Amor del Padre.

( Juan 14:21-23 ) Jesús prometió a Sus discípulos una paz que el mundo no conoce, no puede dar y tampoco el mundo puede quitarla. ¿Por qué no permitir que Jesús te dé esa misma paz?

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