Promesas concernientes al Mesías -- Miqueas 5:1-4 : Sedequías fue el último rey del reino separado de Judá. Había sido colocado en el trono por Nabucodonosor de Babilonia. Nabucodonosor incluso había cambiado su nombre de Matanías a Sedequías. Sedequías se rebeló constantemente contra el poder de Babilonia. Jeremías, hablando en nombre del SEÑOR, lo reprendió porque Dios había traído la invasión de Babilonia a causa de los pecados de los israelitas.

( Jeremias 32:3 ) Nabucodonosor dirigió personalmente su ejército contra Jerusalén. Jeremías comunicó repetidamente el mensaje del Señor de que la resistencia resultaría en un desastre. Jeremías tenía razón. La ciudad, sus murallas, el Templo y los grandes edificios fueron destruidos. Todo lo de valor y lo mejor del pueblo fueron llevados a Babilonia.

Los hijos y los mejores amigos de Sedequías fueron asesinados, justo delante de sus ojos y luego le sacaron los ojos. Fue llevado a Babilonia para morir de vejez en prisión. Allí cumplió la profecía de Ezequiel 12:13 que decía que iría a Babilonia y allí moriría, pero nunca la vería. Setenta años después el pueblo regresaría mientras Dios preservaba a la nación a través de la cual nacería el Mesías.

En un momento en que las cosas parecían sin esperanza, Dios le dio a la gente una expectativa renovada al prometer nuevamente la venida del Mesías. Lo que le sucedería al Israel físico fue horrible. Vendría la destrucción. Sin embargo, lo que sucedería para el Israel espiritual era hermoso, vendría el Salvador. Nacería en Belén Efrata. Miqueas 5:2 es una predicción del nacimiento de Jesús.

( Mateo 2:6 ) Así como la liberación vendría para el Israel espiritual cuando fuera el momento adecuado para que naciera el Salvador, de la misma manera la liberación vendría a Israel del cautiverio babilónico cuando fuera el momento adecuado. El número que devolvió fue "cuarenta y dos mil trescientos sesenta". ( Esdras 2:64 ) El Mesías guiaría a Su pueblo a la salvación. Asimismo, Dios levantaría líderes para traer de vuelta al remanente del cautiverio. Debían hacer esto en el nombre del Señor o por Su poder.

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