Ver. 17. Entonces se cumplió lo dicho por Jeremías el profeta, diciendo: 18. En Rama se oyó una voz, lamentación y llanto y gran lamento, Raquel llorando por sus hijos, y no quería ser consolada, porque ellos no son.

Cris., Hom. ix: El evangelista con esta historia de tan sangrienta matanza, habiendo llenado de horror al lector, ahora vuelve a calmar sus sentimientos, mostrando que estas cosas no se hicieron porque Dios no pudo impedirlas, o no las supo; sino como el Profeta había predicho.

Jerónimo, In Hierem, 31, 15: Este pasaje de Jeremías no ha sido citado por Mateo ni según la versión hebrea ni según la LXX. Esto muestra que los evangelistas y los apóstoles no siguieron la traducción de nadie, sino que según la manera hebrea expresaron en sus propias palabras lo que habían leído en hebreo.

Por Ramá no necesitamos suponer que se refiere a la ciudad de ese nombre cerca de Gabaa; pero tómalo como si significara 'alto'. Una voz se escuchó 'en lo alto', es decir, se extendió por todas partes.

Pseudo-Chrys .: O, fue oído en lo alto, porque se pronunció por la muerte de los inocentes, según eso, "La voz de los pobres entra en los cielos". El 'llanto' significa los gritos de los niños; 'lamento', se refiere a las madres. En los propios infantes su muerte pone fin a sus llantos, en las madres se renueva continuamente por el recuerdo de su pérdida.

Jerónimo: El hijo de Raquel fue Benjamín, en cuya tribu no se sitúa Belén. ¿Cómo, pues, llora Raquel por los hijos de Judá como si fueran suyos? Respondemos brevemente. Fue enterrada cerca de Belén en Efrata, y fue considerada como la madre, porque allí se entretuvo su cuerpo. O, como las dos tribus de Judá y Benjamín eran contiguas, y el mando de Herodes se extendía a las costas de Belén así como al pueblo mismo, podemos suponer que muchos fueron asesinados en Benjamín.

Pseudo-agosto, Hil. cuest. N. y N. Prueba. 9. 62: O, Los hijos de Benjamín, que eran parientes de Raquel, fueron cortados anteriormente por las otras tribus, y así extinguidos tanto entonces como para siempre. Entonces Raquel comenzó a llorar a sus hijos, cuando vio que los de su hermana eran cortados en tal causa, para que fueran herederos de la vida eterna; porque el que ha experimentado alguna desgracia, se hace más sensible de sus pérdidas por la buena fortuna de un prójimo.

Remig.: Añade el santo evangelista, para mostrar la grandeza del luto, que hasta la muerta Raquel se despertó para llorar a sus hijos; y "no se consolarían porque no lo eran".

Jerónimo: Esto puede entenderse de dos maneras; o los creía muertos para toda la eternidad, de modo que ningún consuelo pudiera consolarla; o bien, no deseaba recibir ningún consuelo por aquellos que sabía que habían ido a la vida eterna.

Hilario: No podía ser que "no estuvieran" los que ahora parecían muertos, pero por el glorioso martirio fueron adelantados a la vida eterna; y el consuelo es para los que han sufrido pérdida, no para los que han cosechado una ganancia. Raquel ofrece un tipo de la Iglesia por mucho tiempo estéril ahora finalmente fructífera. Se la oye llorar por sus hijos, no porque los haya llorado muertos, sino porque fueron asesinados por aquellos a quienes ella habría conservado como sus hijos primogénitos.

Rabano: O, La Iglesia llora la remoción de los santos de esta tierra, pero no desea ser consolada como si debieran regresar de nuevo a las luchas de la vida, porque no deben ser llamados a la vida.

Brillo. ord.: Ella "no será consolada" en esta vida presente, pues no lo son, sino que traslada toda su esperanza y consuelo a la vida venidera.

Rabano: Raquel está bien establecida para un tipo de la Iglesia, ya que la palabra significa 'una oveja' o 'viendo'; [nota al margen: ver cap. 1, nota i, pág. 19] siendo todo su pensamiento el de fijar su mirada en la contemplación de Dios; y ella es la centésima oveja que el pastor pone sobre su hombro.

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