Ver 42. "Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor. 43. Pero sabed esto, que si el padre de familia supiera a qué hora vendría el ladrón, habría velado, y no habría 44. Por tanto, estad también vosotros preparados, porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis.

Jerónimo: Habiendo declarado que "de aquella hora nadie sabe, sino sólo el Padre", muestra que no era conveniente que los Apóstoles supieran, para que, siendo ignorantes, pudieran vivir en perpetua espera de Su venida, y así concluye todo el Él dice: "Velad, pues, etc." Y Él no dice: 'Porque no sabemos', sino: "Porque vosotros no sabéis", mostrando que Él mismo no ignora el día del juicio. Cris.: Los quiere tener siempre listos, y por eso dice: "Vigila".

Greg., Hom. en Ev., ii, 3: Velar es mantener los ojos abiertos y buscar la luz verdadera, hacer y observar lo que se cree, desechar las tinieblas de la pereza y la negligencia.

Orígenes: Dicen los de más claro entendimiento, que habló esto de su segunda venida; pero otros dirían que se aplica a una venida intelectual de la palabra al entendimiento de los discípulos, porque todavía no estaba en su entendimiento como iba a ser.

agosto, ep. 199, 3: Este dijo: "Vigilad", no sólo a los que le oyeron hablar en aquel momento, sino también a los que vinieron después de ellos, y a nosotros, y a todos los que vendrán después de nosotros, hasta su segunda venida, porque toca todo de una manera. Ese día llega a cada uno de nosotros, cuando le toca salir del mundo, tal como será juzgado, y por lo tanto, todo cristiano debe velar para que la venida del Señor no lo encuentre desprevenido; y estará desprevenido para el día de Su venida, a quien el último día de su vida hallará desprevenido.

Aug., non occ.: Necios son todos los que profesan saber el día del fin del mundo, cuando ha de venir, o incluso el fin de su propia vida, que nadie puede saber a menos que esté iluminado por el Espíritu Santo.

Jerónimo: Y por el ejemplo del amo de la casa, Él enseña más claramente por qué mantiene en secreto el día de la consumación.

Orígenes: "El dueño de la casa" es el entendimiento, "la casa" es el alma, "el ladrón" es el Diablo. El ladrón es también toda doctrina contraria que entra en el alma del incauto por otra entrada que no sea la natural, irrumpiendo en la casa, y derribando las cercas naturales del alma, es decir, las facultades naturales del entendimiento, entra por la brecha, y saquea el alma.

A veces uno toma al ladrón en el acto de irrumpir y lo agarra, lo apuñala con una palabra y lo mata. Y el ladrón no viene de día, cuando el alma del hombre reflexivo está iluminada con el Sol de justicia, sino de noche, es decir, en el tiempo de la maldad reinante; en el cual, cuando uno está sumergido, es posible, aunque no tenga el poder del sol, que sea iluminado por algunos rayos de la Palabra, como de una lámpara; continuando aún en el mal, pero teniendo un propósito mejor, y velando para que este su propósito no sea quebrantado.

O en el tiempo de la tentación, o de cualquier calamidad, es el tiempo en que más se encuentra el ladrón que viene, buscando abrir brecha en la casa del alma.

Greg., Hom. en Ev., xiii, 5: O, el ladrón irrumpe en la casa por la negligencia del dueño de la casa, cuando el espíritu ha dormido sobre su puesto de guardia, y la muerte ha entrado sin saberlo en la morada de nuestra carne , y hallando dormido al señor de la casa, lo mata; es decir, el espíritu, poco preparado para los males venideros, es arrebatado sin preparación, al castigo, por la muerte.

Pero si hubiera vigilado, habría estado a salvo del ladrón; es decir, aguardando la venida del Juez, que nos quita la vida desprevenidos, para recibirlo con penitencia, y no perecer impenitente. Y el Señor, por lo tanto, quiere que la última hora sea desconocida, para que siempre esté en suspenso y, al no poder preverla, nunca estemos desprevenidos.

Cris.: En esto reprende a los que se preocupan menos por sus almas que por guardar su dinero contra un ladrón esperado.

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