Llévate a los reyes, es decir, a los treinta y dos, cuya presencia en la corte y el azote resultante de su presencia habían hecho mucho daño a la expedición. No necesitamos suponer que estos reyes iban a ser privados de su poder y depuestos, aunque el texto aceptaría esa interpretación, sino solo que ya no iban a tomar parte en la guerra. Sus lugares debían ser ocupados por aquellos que habían hecho de la guerra su oficio, y que prestarían su atención a la batalla y no al jolgorio.

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