El siguiente comentario cubre los capítulos 2, 3, 4, 5 y 6.

El tiempo en que Nehemías trabajó por el bien de su pueblo no fue una de esas etapas brillantes que, si hay fe, despiertan incluso la energía del hombre, impartiéndole su propio brillo. Fue un período que requirió la perseverancia que brota de un profundo interés por el pueblo de Dios, porque es su pueblo; una perseverancia que, por eso mismo, persigue su objeto a pesar del desprecio que suscita la obra, aparentemente tan insignificante, pero que no deja de ser obra de Dios; y que la persigue a pesar del odio y oposición de los enemigos, y de la pusilanimidad de los colaboradores ( Nehemías 4:8 ; Nehemías 4:10-11); una perseverancia que, entregándose enteramente a la obra, desbarata todas las intrigas del enemigo, y evita toda trampa, cuidando Dios de los que en él confían.

También es un rasgo hermoso en el carácter de Nehemías, que a pesar de su alto cargo él tenía tanto en el corazón todos los detalles del servicio, y todo lo relacionado con el andar recto del pueblo de Dios. Sin embargo, en medio de toda esta fidelidad, percibimos la influencia del poder gentil que controla todo el estado de cosas. La llegada de Nehemías e incluso su conducta están marcadas por esta influencia.

No era solo la fe la que estaba en acción, sino también un poder protector (comparar Esdras 8:22 ; Nehemías 2:7-9 ). Sin embargo, se mantiene cuidadosamente la separación de todo lo que no era judío ( Nehemías 2:20 ; Nehemías 7:65 ; Nehemías 9:2 ; Nehemías 10:30 ; Nehemías 13:1 ; Nehemías 13:3 ; Nehemías 13:29-30 ) ).

Esta historia nos muestra, en primer lugar, cómo, cuando Dios actúa, la fe imprime su propio carácter a todos los que la rodean. Los judíos, que tanto tiempo habían dejado Jerusalén desolada, están muy dispuestos a recomenzar la obra. Judá, sin embargo, está desalentado por las dificultades. Esto pone de manifiesto la perseverancia que caracteriza a la verdadera fe cuando la obra es de Dios, por muy pobre que sea en apariencia. Todo el corazón está en ella, porque es de Dios.

Animado por la energía de Nehemías, el pueblo está listo para trabajar y luchar al mismo tiempo. Porque la fe siempre identifica a Dios ya su pueblo en el corazón. Y esto se convierte en un manantial de devoción en todos los interesados. Señalemos, que en los momentos de dificultad la fe no se manifiesta en la magnificencia del resultado, sino en el amor a la obra de Dios, por pequeña que sea, y en la perseverancia con que se lleva a cabo a través de todas las dificultades propias de este estado de debilidad; porque aquello de lo que se ocupa la fe es la ciudad de Dios y la obra de Dios, y estas cosas tienen siempre el mismo valor, cualesquiera que sean las circunstancias en que se encuentren.

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