Ellos le dijeron: "¿Qué debemos hacer para hacer las obras de Dios?" Jesús respondió: "Esta es la obra de Dios, creer en el que ha enviado".

Cuando Jesús habló de las obras de Dios, los judíos inmediatamente pensaron en términos de "buenas" obras. Era su convicción que un hombre viviendo una buena vida podía ganar el favor de Dios. Sostenían que los hombres podían dividirse en tres clases: los que eran buenos, los que eran malos y los que estaban en el medio, que, haciendo una obra buena más, podían pasar a la categoría de los buenos. Entonces, cuando los judíos le preguntaron a Jesús acerca de la obra de Dios, esperaban que les hiciera una lista de cosas que hacer. Pero eso no es lo que Jesús dice en absoluto.

Su respuesta está extremadamente comprimida y debemos expandirla y ver qué hay detrás. Dijo que la obra de Dios era creer en el que había enviado. Pablo lo habría dicho de esta manera: la única obra que Dios desea del hombre es la fe. Ahora, ¿qué significa la fe? Significa estar en tal relación con Dios que seamos sus amigos, no tener más miedo de él sino conocerlo como nuestro Padre y nuestro amigo y darle la confianza y la obediencia y la sumisión que naturalmente surgen de esta nueva relación.

¿Cómo se relaciona creer en Jesús con eso? Es solo porque Jesús vino a decirnos que Dios es nuestro Padre y nos ama y no quiere nada más que perdonar, que la antigua distancia y la enemistad se eliminan y la nueva relación con él se hace posible.

Pero esa nueva relación surge en cierto tipo de vida. Ahora que sabemos cómo es Dios, nuestra vida debe responder a ese conocimiento. Esa respuesta será en tres direcciones, cada una de las cuales corresponde a lo que Jesús nos dijo de Dios.

(i) Dios es amor. Por lo tanto, en nuestra vida debe haber amor y servicio a los demás en correspondencia con el amor y el servicio de Dios, y el perdón de los demás en correspondencia con su perdón a Dios.

(ii) Dios es santidad. Por lo tanto, en nuestras vidas debe haber una pureza correspondiente a la santidad de Dios.

(iii) Dios es sabiduría. Por lo tanto, en nuestra vida debe haber una completa sumisión y confianza correspondiente a la sabiduría de Dios.

La esencia de la vida cristiana es una nueva relación con Dios, una relación ofrecida por él y hecha posible por la revelación que Jesús nos dio de él, una relación que se traduce en ese servicio, pureza y confianza que son el reflejo de Dios. Esta es la obra que Dios nos desea y nos permite realizar.

LA DEMANDA DE UNA SEÑAL ( Juan 6:30-34 )

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