Velad, pues, porque no sabéis en qué día viene vuestro Señor. Entiende esto: si el padre de familia hubiera sabido a qué hora de la noche iba a venir el ladrón, estaría despierto y no le habría permitido entrar en su casa. Por eso también vosotros debéis mostraros preparados; porque el Hijo del Hombre viene a la hora que no pensáis.

¿Quién, pues, es el siervo fiel y prudente, a quien su señor puso sobre el personal de su casa, para que les diera el alimento a tiempo? Bienaventurado el siervo a quien su amo, cuando ha venido, lo encuentra actuando así. Esta es la verdad que les digo: él lo pondrá a cargo de todas sus pertenencias. Pero si ese siervo malo se dice a sí mismo: 'Mi amo no volverá hasta dentro de mucho tiempo', y comienza a golpear a sus consiervos, y si come y bebe con borrachos, entonces el amo de ese siervo vendrá en día que no lo espera, y a una hora que no sabe, y lo despedazará, y le pondrá un lugar con los hipócritas. Allí será el lloro y el crujir de dientes".

Aquí está el resultado práctico de todo lo que ha pasado antes. Si el día y la hora de la venida de Cristo no son conocidos por nadie sino por Dios, entonces toda vida debe ser una constante preparación para esa venida. Y, si es así, hay ciertos pecados básicos.

(i) Vivir sin vigilancia invita al desastre. Un ladrón no envía una carta diciendo que va a asaltar una casa; su principal arma en sus nefastas empresas es la sorpresa; por lo tanto, un amo de casa que tiene objetos de valor en su casa debe mantener una guardia constante. Pero para tener esta imagen correcta, debemos recordar que la vigilancia del cristiano por la venida de Cristo no es de temor aterrorizado y aprensión estremecedora; es el acecho de ansiosa expectación por la venida de gloria y gozo.

(ii) El espíritu que conduce al desastre es el espíritu que dice que hay mucho tiempo. Es el cómodo engaño del sirviente que tendrá mucho tiempo para arreglar las cosas antes de que regrese su amo.

Hay una fábula que habla de tres aprendices de demonios que venían a esta tierra a terminar su aprendizaje. Estaban hablando con Satanás, el jefe de los demonios, acerca de sus planes para tentar y arruinar a los hombres. El primero dijo: "Les diré que no hay Dios". Satanás dijo: "Eso no engañará a muchos, porque saben que hay un Dios". El segundo dijo: "Le diré a los hombres que no hay infierno". Satanás respondió: "No engañarás a nadie de esa manera; los hombres saben incluso ahora que hay un infierno para el pecado.

El tercero dijo: "Le diré a los hombres que no hay prisa". "Ve, dijo Satanás, "y los arruinarás por mil". El más peligroso de todos los engaños es que hay mucho tiempo. El día más peligroso en la vida de un hombre es cuando se entera de que existe una palabra como mañana. Hay cosas que no deben posponerse, porque nadie sabe si para él llegará el mañana.

(iii) El rechazo se basa en el incumplimiento del deber y la recompensa se basa en la fidelidad. Al siervo que cumplía fielmente con su deber se le daba un lugar aún mayor; y el siervo que fallaba era tratado con severidad. La conclusión inevitable es que, cuando venga, Jesucristo no podrá encontrarnos ocupados en ninguna tarea mejor ni mayor que la de cumplir con nuestro deber.

Un poeta negro escribe:

"Hay un rey y un capitán alto,

Y él viene poco a poco,

Y me encontrará cavando algodón cuando venga.

Puedes oír sus legiones cargando en las regiones del cielo,

Y me encontrará cavando algodón cuando venga.

Hay un hombre que empujaron a un lado,

quien fue torturado hasta morir,

Y me encontrará regando algodón cuando venga.

Fue odiado y rechazado,

fue despreciado y crucificado,

Y me encontrará cavando algodón cuando venga.

¡Cuando el venga! ¡Cuando el venga!

Será coronado por santos y ángeles cuando venga.

Estarán gritando ¡Hosanna! al hombre que los hombres negaron,

Y me arrodillaré entre mi algodón cuando venga".

Si un hombre está cumpliendo con su deber, por simple que sea ese deber, el día que Cristo venga habrá gozo para él.

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