29. No se demorará. Podemos deducir de este pasaje que se ofrecieron las primicias, hasta el final, que los israelitas deberían dedicarse a sí mismos y sus posesiones a Dios; porque Moisés ordena estas dos cosas en conjunto, que no se demoren en consagrar a Dios la abundancia de sus frutas frescas y sus primogénitos. Pero sabemos que, al ofrecer a los primogénitos, se revivió el recuerdo de su liberación, por el reconocimiento de la preservación de su raza y de su ganado. Y había, además, añadido a la gracia de su redención, el suministro continuo de alimentos para ellos día a día. No estoy de acuerdo con su opinión sobre quién restringe la palabra plenitud (339) al vino, porque fluye más abundantemente de la prensa, y toma la palabra lágrima (340) significa petróleo, porque funciona menos libremente; ni apruebo su noción de que solo se aplica a las frutas secas. Me parece más apropiado tomar plenitud como el término genérico, mientras que la lágrima se toma para denotar líquidos, como si Moisés les ordenara no solo ofrecer uvas y bayas de olivo, sino las mismas gotas que se expresaron de la fruta. Los otros pasajes confirman esta orden, de que no deberían defraudar a Dios de las primicias, y así enterrar el recuerdo de su redención, y profanarse en su propia comida y bebida, sino más bien por esta porción de las frutas santificar el alimento de todo el año. Tampoco es infundado que Moisés inculque con tanta frecuencia un punto de ninguna manera oscuro, ya que todas estas advertencias fueron despreciadas y descuidadas por los judíos, tan pronto como regresaron del cautiverio babilónico, como Malaquías se queja en su tercer capítulo.

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