2. Y Faraón dijo: ¿Quién es el Señor? ¡Es poco creíble que haya una locura en un mortal que, al despreciar a Dios sin razón, volar, por así decirlo, frente al cielo! (67) Pero debemos observar que el tirano dedicado a la idolatría, insultó al Dios de Israel, para que pudiera manifestar su gran piedad hacia sus falsos dioses. . Por su burla, al descifrar despectivamente el nombre de Jehová, debe referirse a las palabras de Moisés, tanto como decir: ¿Por qué traes contra mí este fantasma desconocido bajo el título del Dios eterno, como si no tuviéramos dios de los nuestros? Así, Pilato, cuando Cristo dijo: "Con este fin nací, y por esta razón vine al mundo, para dar testimonio de la verdad", pregunta irónicamente, y no sin burlarse, "¿Qué es la verdad?" (68) (Juan 18:37.) En resumen, Faraón no se concibió a sí mismo como deshonrando a la Deidad, cuando rechazó esta falsa ( prodigiosum) Dios, como él pensaba. Sin embargo, su error no sirvió para justificarlo, ya que surgió de la audacia y el desprecio de Dios. Admita que no estaba dispuesto a que ninguno depreciara a sus ídolos, y que así se imaginaba a sí mismo para realizar un deber religioso; aun así fue un acto de impiedad muy grosera, tan descuidadamente repudiar el nombre del Dios verdadero, e incluso atacarlo con burla. Podemos observar una locura similar en todos los idólatras. Al estar intoxicados por sus errores, se burlan audazmente de Dios y se dignan no hacer preguntas sobre él. El grito de los papistas hoy en día es que estamos imponiendo un nuevo Dios en el mundo; y, aplaudiéndose en sus desvaríos más salvajes, no dudan en condenar toda nuestra doctrina como impía; no porque estén persuadidos de que ellos mismos están adorando a Dios correctamente; pero son deliberadamente ciegos, para que puedan eludir, con impunidad, la sagrada majestad de Dios, y estupificar sus conciencias, y preservar para sí mismos su sueño mortal. Parecen ser ingeniosos y graciosos cuando se burlan de la novedad de nuestra doctrina; aunque su verdad sería bastante clara, si tan solo abrieran los ojos. Los epicúreos también (de los cuales la secta pestilente del mundo ahora está llena), aunque hacen espuma y se enfurecen contra Dios, todavía se refugian invariablemente en alguna nube, bajo la cual puede ocultarse su detestable locura: porque fingen eso en medio de tanta multitud. de opiniones, apenas es posible discernir quién es Dios, o qué manda. Sin embargo, este es su objetivo constante, a saber, que no tengan nada que ver con Dios y que, sin embargo, puedan ocultar por medio de los bromas la vergüenza de su impiedad; como si fuera libre para ellos rechazar lo que ignoran voluntariamente. Pero después de que Faraón se burló indirectamente del mensaje de Moisés, como un asunto ridículo, él expresa más abierta y despectivamente su orgullo, lo que implica que no le importa ese Dios, con cuyo nombre Moisés y Aarón lo asustarían.

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