16. La iniquidad de los amorreos aún no está completa. La razón dada aquí se considera absurda, ya que parece implicar que los hijos de Abram no podrían ser salvados de otra manera que no sea mediante la destrucción de otros. Respondo que debemos ceder con modestia y humildad al consejo secreto de Dios. Dado que le había dado esa tierra a los amorreos para que la habitasen perpetuamente, insinúa que no transferirá la posesión a otros sin justa causa; como si dijera: 'Concedo el dominio de esta tierra a tu descendencia sin hacer daño a nadie. Actualmente, la tierra está ocupada por sus legítimos poseedores, a quienes se la entregué. Por lo tanto, hasta que no hayan merecido, por sus pecados, ser expulsados legítimamente, el dominio no pasará a tu posteridad'. Así Dios le enseña que la tierra debe ser desalojada para que quede abierta a nuevos habitantes. Y este pasaje es notable, ya que muestra que las moradas de los hombres están distribuidas en el mundo de tal manera que el Señor preservará a la gente tranquila en sus respectivas posiciones hasta que se expulsen a sí mismos por su propia maldad. Al contaminar el lugar de su morada, en cierto sentido rompen los límites fijados por la mano de Dios, que de otra manera habrían permanecido inamovibles. Además, el Señor elogia aquí su propia paciencia. Aunque los amorreos ya eran indignos de habitar la tierra, el Señor no solo los toleró por un corto tiempo, sino que les concedió cuatro siglos para arrepentirse.  Y de aquí se desprende que no sin motivo declara con tanta frecuencia cuán lento es para enojarse. Cuanto más graciosamente espera a los hombres, si en lugar de arrepentirse permanecen obstinados, tanto más severamente venga esa gran ingratitud. Por lo tanto, Pablo dice que aquellos que se complacen en el pecado, mientras la bondad y clemencia de Dios los invitan al arrepentimiento, acumulan para sí mismos un tesoro de ira (Romanos 2:4;) y así no obtienen ningún beneficio del retraso, ya que la severidad del castigo se duplica; tal como sucedió con los amorreos, a quienes finalmente el Señor mandó ser completamente exterminados, sin siquiera perdonar a los niños pequeños. Por lo tanto, cuando oímos que Dios desde el cielo está esperando en silencio hasta que las iniquidades llenen su medida, sepamos que este no es un momento para la inercia, sino más bien que cada uno de nosotros se mueva y se adelante al juicio celestial. Antiguamente un pagano dijo que la ira de Dios avanza lentamente para vengarse, pero que compensa su tardanza con la severidad de su castigo. Por lo tanto, no hay razón para que los réprobos se lisonjeen cuando parece dejarlos pasar desapercibidos, ya que no descansa en el cielo de tal manera como para dejar de ser el Juez del mundo; ni se olvidará de cumplir con su cargo en el momento adecuado. No obstante, inferimos de las palabras de Moisés que aunque se les da espacio para el arrepentimiento, los réprobos siguen estando destinados a la destrucción. Algunos toman la palabra עון (ayon) como castigo, como si se dijera que el castigo aún no estaba maduro para ellos. Pero la primera explicación es más adecuada; a saber, que no pondrán límites a su maldad hasta traer sobre sí mismos la destrucción final.

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