14. Y Rubén fue en los días de la cosecha de trigo. Esta narración del hecho de que un niño trajo a casa no sé qué tipo de fruto de los campos y se lo presentó a su madre, con lo cual ella compró a su hermana una noche con su esposo, parece ser ligera y pueril. Sin embargo, contiene una instrucción útil. Sabemos lo vanamente que los judíos se glorían en ensalzar el origen de su propia nación: apenas reconocen que han surgido de Adán y Noé, junto con el resto de la humanidad. Y ciertamente sobresalen en la dignidad de sus antepasados, como testifica Pablo (Romanos 9:5), pero no reconocen que esto proviene de Dios. Por eso, el Espíritu apuntó intencionalmente a derribar esta arrogancia, al describir su linaje como surgido de un comienzo tan humilde y abyecto. Aquí no levanta un escenario espléndido en el que puedan exhibirse, sino que los humilla y exalta la gracia de Dios, al ver que había sacado su Iglesia de la nada. En cuanto al tipo de fruto mencionado, no tengo nada cierto que añadir. (80) Que era fragante se deduce de Cantares de los Cantares 7:13 (81) Y aunque todos lo traducen como mandrágoras, no discuto ese punto.

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