22. Arrójalo en esta cisterna. Despojaron a José de su túnica. Vemos que estos hombres están llenos de ficciones y mentiras. Despojan a su hermano con descuido; no sienten ningún temor al arrojarlo con sus propias manos en la cisterna, donde el hambre, peor que diez espadas, podría consumirlo; porque esperan que su crimen quedará oculto, y al llevarse su ropa, no se despertaría ninguna sospecha de su asesinato; ya que, en verdad, su padre creería que lo había desgarrado una bestia salvaje. Así que Satanás embriaga las mentes malvadas para que se enreden con evasiones frívolas. La conciencia es en efecto la fuente de la modestia, pero Satanás adormece de tal manera con sus atractivos a aquellos a quienes ha atrapado en sus lazos, que la conciencia misma, que debería haberlos citado como culpables ante el tribunal de Dios, solo los endurece aún más. Porque al encontrar subterfugios, brotan con mucho más atrevimiento en el pecado, como si pudieran cometer impunemente lo que escapa de los ojos de los hombres. Ciertamente es un sentido reprobado, un espíritu de locura y de estupor, lo que retiene a alguien de un intento audaz, solo por miedo a la vergüenza de los hombres, mientras que el temor del juicio divino es pisoteado. Y aunque no todos son llevados tan lejos, el error de rendir más honor a los hombres que a Dios es demasiado común. La repetición de la palabra "túnica" en la oración de Moisés es enfática, mostrando que esta señal del amor del padre no pudo ablandar sus mentes.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad