2. De cada bestia limpia. Él repite nuevamente lo que antes había dicho acerca de los animales, y no sin motivo. Había una dificultad considerable en reunir de los bosques, montañas y cuevas una cantidad tan grande de bestias salvajes, muchas de cuyas especies quizás eran completamente desconocidas; y en la mayoría de ellas existía la misma ferocidad que percibimos ahora. Por lo tanto, Dios anima al hombre santo, no sea que, alarmado por esa dificultad y habiendo perdido toda esperanza de éxito, fracase. Sin embargo, aquí, a primera vista, parece haber algún tipo de contradicción, porque mientras antes había hablado de pares de animales, ahora habla de siete. Pero la solución está a mano; porque, previamente, Moisés no menciona el número, sino que solo dice que se añadieron hembras como compañeras para los machos; como si hubiera dicho, a Noé mismo se le ordenó no reunir a los animales de manera indiscriminada, sino seleccionar parejas de ellos para la propagación de la descendencia. Ahora, sin embargo, se habla del número real. Además, la expresión "por sietes" debe entenderse no de siete pares de cada tipo, sino de tres pares, a los cuales se añade un animal para el sacrificio. Además, (276) el Señor quiso que se preservara un número tres veces mayor de animales limpios que de otros, porque habría una mayor necesidad de ellos para el uso del hombre. En esta designación, debemos considerar la bondad paternal de Dios hacia nosotros, por la cual está inclinado a tenernos en cuenta en todas las cosas.

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