Luego agrega, que compró el campo de Hanameel, el hijo de su tío, que estaba en Anathoth, en la tierra de Benjamin. No hay nada superfluo en estas palabras, porque aunque el Profeta habla de lugares bien conocidos, sin embargo, tenía en cuenta el momento de la compra, porque la tierra de Benjamín estaba entonces en poder de los enemigos: los judíos habían sido reducidos a tal estrecho que no estaban seguros en Jerusalén. Anathoth era una aldea, como era bien sabido, expuesta a los estragos de los enemigos, y fue capturada como presa en su primera venida. Y agrega, en la tierra de Benjamín, porque estaba cerca de las fronteras de Judá, pero había sido abandonada por sus habitantes y todos habían huido a Jerusalén. Como entonces la tierra de Benjamín no tenía habitantes, de ninguna manera era razonable que el Profeta pagara la suma más pequeña por un campo allí.

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