21. Estas no son las palabras de un demoníaco. Es como si exigieran que los hombres juzgaran por el hecho mismo; porque la verdad, como hemos dicho, es lo suficientemente fuerte como para mantenerse. Y esta es la única protección de nuestra fe, que los hombres malvados nunca podrán obstaculizar el poder y la sabiduría de Dios, y su bondad también, (297) de brillar en el Evangelio.

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