22. Cuando había dicho estas cosas. Esto se agrega, para informarnos, primero, cuán grande fue la ira de los enemigos de Cristo y cuán tiránico fue su gobierno; y, en segundo lugar, qué tipo de disciplina existía entre esos sacerdotes. Se sientan como jueces, pero son tan crueles como bestias feroces. Se forma un consejo, en el que la mayor gravedad debería haber prevalecido; y, sin embargo, un solo funcionario es tan atrevido y presuntuoso que, en medio de los procedimientos judiciales, y en presencia de los jueces, golpea a la persona acusada, que no fue declarada culpable en ningún aspecto. No debemos sorprendernos, por lo tanto, de que la doctrina de Cristo está condenada por una asamblea tan bárbara, de la cual no solo toda la justicia, sino también toda la humanidad y la modestia, están desterradas.

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