14. Joven, te digo. Con esta palabra, Cristo demostró la verdad del dicho de Pablo, que Dios llama a aquellas cosas que no son, como lo fueron, (Romanos 4:17.) Se dirige al hombre muerto y se hace oír, así que que la muerte de repente se transforma en vida. Tenemos aquí, en primer lugar, un emblema llamativo de la futura resurrección, como se le ordena a Ezequiel decir: ¡Oh, huesos secos! Escuchen la palabra del Señor, [Ezequiel 37:4.] En segundo lugar, nosotros se nos enseña de qué manera Cristo nos aviva espiritualmente por fe. Es cuando infunde en su palabra un poder secreto, para que entre en las almas muertas, como él mismo declara:

Llega la hora en que los muertos oirán la voz de el Hijo de Dios, y los que oigan vivirán ( Juan 5:25).

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