En verdad, te digo que no imaginen que se trata de un oso loco, (578) Cristo declara que aquellos que rechazan el evangelio recibirán más severidad castigo que los habitantes de Sodoma. Algunos consideran que la palabra juicio se refiere a la destrucción de Jerusalén. Pero esto es ajeno a la intención de nuestro Señor: porque debe entenderse como una referencia al juicio general, en el que ambos deben dar su cuenta, de que puede haber una comparación de los castigos. Cristo mencionó a Sodoma en lugar de otras ciudades, no solo porque fue más allá de todos ellos en crímenes flagrantes, sino porque Dios lo destruyó de una manera extraordinaria, para que sirviera de ejemplo a todas las edades, y que su mismo nombre pudiera mantenerse en abominación. Y no debemos preguntarnos si Cristo declara que serán tratados con menos severidad que aquellos que se niegan a escuchar el evangelio. Cuando los hombres niegan la autoridad de Aquel que los hizo y los formó, cuando se niegan a escuchar su voz, no, rechazan con desdén sus gentiles invitaciones y retienen la confianza que se debe a sus bondadosas promesas, tal impiedad es la mayor acumulación, como fue, de todos los crímenes. Pero si el rechazo de esa oscura predicación fue seguido por una venganza tan terrible, ¡cuán terrible debe ser el castigo que espera a aquellos que rechazan a Cristo cuando él habla abiertamente! Nuevamente, si Dios castiga tan severamente a los que desprecian la palabra, ¿qué será de los enemigos furiosos que, por blasfemias y lengua venenosa, se oponen al evangelio o lo persiguen cruelmente con fuego y espada?

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