Y como la destrucción que denuncia contra las casas y familias de los malvados es tan extensa, que Dios los castiga en la persona de su posteridad, desea que Dios recuerde las iniquidades de sus padres y madres, para que su condenación puede estar completo; y este es un principio en perfecta conformidad con la doctrina de la Escritura comúnmente recibida. Dios, por respeto a su pacto, que está en vigor durante mil generaciones, extiende y continúa su misericordia hacia la posteridad; pero también castiga la iniquidad hasta la tercera y cuarta generación. Al hacer esto, no involucra a los inocentes con los malvados indiscriminadamente, pero al retener de los reprobados la gracia y la iluminación de su Espíritu, prepara los vasos de ira para la destrucción, incluso antes de que nazcan, Romanos 9:21. Para el sentido común de la humanidad, el pensamiento de tal severidad es horrible: pero debemos recordar que si intentamos medir los juicios secretos e inescrutables de Dios por nuestras mentes finitas, lo hacemos mal. Golpeados con horror ante la gravedad de esta amenaza, mejorémosla como el medio de llenarnos de reverencia y temor piadoso. En referencia al lenguaje de Ezequiel,

"El hijo no llevará la iniquidad del padre, sino que el alma que pecare, morirá;" Ezequiel 18:20

Sabemos que, en estas palabras, refuta las quejas infundadas de la gente, quien, jactándose de que no tenía culpa, imaginó que había sido castigada injustamente. Sin embargo, cuando Dios continúa su venganza del padre a los hijos, no les deja espacio para paliación o queja, porque todos son igualmente culpables. Ya hemos dicho que la venganza comienza cuando Dios al retirar su Espíritu, tanto de los niños como de los padres, los entrega a Satanás. Algunos pueden preguntar cómo sucede, que el profeta, al desear que su pecado esté continuamente delante de los ojos de Dios, tampoco agrega, deja que su nombre sea borrado del cielo, sino que simplemente desea que sean cortados y perecer en el mundo? Mi respuesta es que habló agradablemente con la costumbre de la época en que vivió, cuando la naturaleza de los castigos espirituales no se entendía tan bien como en nuestros tiempos, porque el período aún no había llegado, cuando la revelación de la voluntad de Dios era estar lleno y completo. Además, es el diseño de David, que la venganza de Dios pueda ser tan manifiesta, que el mundo entero pueda acceder a su equidad como juez.

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