142. Tu justicia es una justicia eterna. Aquí la ley de Dios es honrada por el encomio adicional, que es justicia y verdad eternas; como si se hubiera dicho, que todas las demás reglas de la vida, con cualquier atracción que parezca recomendada, no son más que una sombra que se desvanece rápidamente. El salmista, sin duda, contrasta indirectamente la doctrina de la ley con todos los preceptos humanos que alguna vez fueron entregados, para que pueda someter a todos los fieles, ya que es la escuela de la sabiduría perfecta. Puede haber más plausibilidad en la refinada y sutil disquisición de los hombres; pero en ellos no hay nada firme o sólido en el fondo, como lo hay en la ley de Dios. Esta firmeza de la ley divina lo demuestra en el siguiente verso de una instancia: el consuelo continuo que encontró en él cuando fue severamente acosado con tentaciones. Y la verdadera prueba de la ganancia que hemos obtenido es, cuando nos oponemos a todas las angustias de cualquier tipo que nos puedan estorbar, el consuelo derivado de la palabra de Dios, de modo que toda tristeza pueda ser borrada de nuestras mentes. David aquí expresa algo más de lo que hizo en el versículo anterior; porque allí solo dijo que servía con reverencia a Dios, aunque por su trato rudo y duro parecía perder su trabajo; pero ahora, cuando está angustiado y atormentado, afirma que encuentra en la ley de Dios el deleite más relajante, que mitiga todas las penas y no solo atenúa su amargura, sino que también las sazona con cierta dulzura. Y seguramente cuando este sabor no existe para permitirnos deleitarnos, nada es más natural que que nos traguemos la tristeza. Tampoco debemos omitir notar la forma de expresión que emplea el Profeta, por la cual enseña, que aunque fue asediado y encerrado por todos lados, encontró un remedio suficientemente poderoso para mejorar el consuelo que le ofrece la Palabra de Dios. Como esto no podría ser cierto para los mandamientos, que lejos de remediar nuestras angustias, más bien nos llenan de ansiedad, no hay duda de que bajo la palabra mandamientos se comprende la figura synecdoche, toda la doctrina de la ley, en que Dios no solo requiere lo que es correcto, sino que también llama a sus elegidos a la esperanza de la salvación eterna, abre la puerta de la felicidad perfecta. Sí, bajo el término ley se comprenden tanto la adopción libre como las promesas que se derivan de ella.

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