52. ¡Recordé tus juicios de antaño, oh Jehová! En este salmo, los juicios de Dios generalmente se toman por sus estatutos y decretos, es decir, su justicia. (417) En este lugar, como consecuencia de la frase calificativa, de la antigüedad, es más probable que se refieran a los ejemplos por los cuales Dios se ha dado a conocer como el juez justo del mundo. ¿Por qué dice que la ley de Dios ha sido eterna? Esto puede explicarse en cierta medida por la justicia aquí mencionada que no es de reciente crecimiento, sino verdaderamente eterna, porque la ley escrita es solo un testimonio de la ley de la naturaleza, a través de la cual Dios recuerda a nuestra memoria lo que él tiene previamente grabado en nuestros corazones.

Estoy más bien inclinado a adoptar otra interpretación, que David recordó los juicios de Dios, por los cuales testificó que había establecido su ley perpetuamente en el mundo. Tal acuerdo es muy necesario para nosotros; porque, cuando Dios no desnuda su brazo, su palabra frecuentemente produce poca impresión. Pero cuando se venga de los impíos, confirma lo que había dicho; y esta es la razón por la cual en el derecho civil las sanciones se llaman confirmaciones. El término concuerda mejor con los juicios de Dios, mediante los cuales establece la autoridad de su ley, como si una verdadera demostración acompañara sus palabras. Y al ver que declara que recordó los juicios más antiguos de Dios, nos toca aprender que si sus juicios no se muestran con la frecuencia que deseamos, para el fortalecimiento de nuestra fe, esto se debe a nuestra ingratitud y apatía; porque en ninguna época pasada ha habido que desear manifestaciones claras para este mismo propósito; y así puede afirmarse con la verdad, que los juicios de Dios han fluido de una manera continua de una época a otra, y que la razón por la que no los hemos percibido es que no nos dignamos abrir nuestros ojos para contemplarlos. Si alguien objeta que es contrario a la naturaleza de sus juicios dar consuelo porque están calculados en lugar de golpearnos con terror, la respuesta es útil: que los fieles deben temblar por temor a los juicios de Dios, como hasta donde sea necesario para la mortificación de su carne. Por otro lado, estos les proporcionan una gran fuente de consuelo, por el hecho de que aprendieron de ellos, de que Dios ejerce su providencia superintendente sobre la raza humana. Además, aprenden que, después de que los malvados se hayan deleitado en el libertinaje por un tiempo, serán detenidos ante el tribunal de Dios; pero que ellos mismos, después de haber combatido pacientemente bajo tal Guardián de su bienestar, no pueden tener ninguna duda sobre su preservación.

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