7. Te alabaré. Él afirma que es una instancia singular de la bondad amorosa de Dios, si una persona ha hecho un dominio considerable de su ley. Como muestra y testimonio de esto, aquí da gracias a Dios; como si él dijera: Señor, me conferirás una bendición inestimable, si me instruyes en tu ley. Se deduce, por lo tanto, que nada en esta vida es más que desear que esto; y mi ferviente oración es que podamos estar justos y plenamente convencidos de la verdad. Porque mientras buscamos cuidadosamente las cosas que consideramos ventajosas para nosotros, no pasamos por alto ninguna conveniencia terrenal y, sin embargo, descuidamos lo que es más importante. La frase, los juicios de tu justicia, es lo mismo con los mandamientos, en los que se comprende la justicia perfecta; y así el profeta elogia la ley de Dios a causa de la perfección completa de la doctrina contenida en ella. De este versículo aprendemos que nadie alabará a Dios sin fingir y cordialmente, sino el que haya hecho tal competencia en su escuela como para moldear su vida en sujeción a él. Es vano pretender alabar a Dios con la boca y la lengua si lo deshonramos con nuestra vida. Por lo tanto, el profeta hace que el fruto de la piedad genuina consista en celebrar las alabanzas de Dios sin hipocresía.

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