82 Mis ojos se han oscurecido al buscar tu palabra Este versículo es muy similar al anterior, transformando a los ojos lo que se había dicho antes sobre el alma. La única diferencia es que, en lugar de anhelar la salvación o la ayuda, aquí se usa la expresión, anhelando la palabra compromiso de Dios; porque la salvación es un acto, como se le llama; es decir, consiste en efecto, mientras que una promesa nos mantiene suspendidos en la expectativa. Dios no puede, de una vez, cumplir abiertamente lo que ha prometido; y, en este caso, siendo solo en su palabra que él nos promete ayuda, no hay otra manera por la cual podamos esperar ayuda, que si confiamos en su palabra. Como, entonces, la palabra precede, en orden, la ayuda que Dios brinda, o, más bien, como es la forma en que se representa a nuestro juicio, el profeta, cuando suspira después de la salvación, declara muy correctamente que mantuvo su ojos fijos en la palabra Divina, hasta que su vista le falló. Aquí nos hemos presentado el maravilloso e increíble poder de la paciencia, bajo la debilidad de la carne, cuando, siendo débiles y privados de todo rigor, recurrimos a Dios en busca de ayuda, incluso mientras está oculto para nosotros. En resumen, el profeta, para evitar que se suponga que era demasiado afeminado y de corazón débil, insinúa que su desmayo no fue sin causa. Al preguntarle a Dios, ¿cuándo me consolarás? él muestra, con suficiente claridad, que estuvo durante mucho tiempo, por así decirlo, desechado y abandonado.

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