5. ¡Oh Jehová! inclina tus cielos. Después de exaltar, como era debido, la gran bondad de Dios, le pide que brinde la ayuda necesaria para la preservación del reino que fuera necesaria en la exigencia actual. Como anteriormente vimos que se había glorificado en Dios con un coraje heroico, así que aquí usa los mismos términos nobles en sus oraciones, que inclinaría los cielos, que haría que las montañas fumen, perturbaría el aire con truenos. - y dispara flechas; formas de discurso por las cuales, sin duda, él le quitaría todos los obstáculos que se interponen entre nosotros y una aprehensión creyente de la omnipotencia de Dios, y de la cual nos resulta tan difícil salir. Emplea casi la misma fraseología en el Salmo decimoctavo, pero es para alabar a Dios por la ayuda ya extendida, y para indicar que había sido preservado desde arriba de una manera maravillosa e inusual. Porque aunque las señales que menciona no siempre ocurren cuando Dios se interpuso en su nombre, tenía un buen terreno para celebrar lo que le había sucedido de forma inesperada, en referencia a fenómenos extraordinarios. En el pasaje ante nosotros su propósito es diferente. Amenazado por la destrucción de varios tipos, que podrían abrumar su mente con desesperación, se daría cuenta del maravilloso poder de Dios, ante el cual todos los obstáculos de tipo mundano necesariamente deben ceder. Podemos estar seguros al menos de que él se entregó a esta fraseología figurativa por una buena razón, que no podría limitar la liberación a remedios humanos; porque nada podría ser más absurdo en un momento así que medir el poder divino según las reglas ordinarias.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad