La última cláusula del versículo 26, donde se dice: Con el perverso te mostrarás perverso, parece transmitir un significado algo extraño, pero no implica nada absurdo; sí, más bien, no es sin una buena razón que el Espíritu Santo usa esta forma de hablar; porque de ese modo se propone despertar a los hipócritas y a los groseros despreciadores de Dios, que se adormecen dormidos en sus vicios sin ningún temor al peligro. (420) Vemos cómo tales personas, cuando la Escritura proclama los juicios dolorosos y terribles de Dios, y cuando también Dios mismo denuncia una venganza terrible, pasa por alto todos estos cosas, sin darse problemas con ellas. En consecuencia, esta brutal y, por así decirlo, monstruosa estupidez que vemos en los hombres, obliga a Dios a inventar nuevas formas de expresión y, por así decirlo, a vestirse con un carácter diferente. Hay una oración similar en Levítico 26:21, donde Dios dice: "Y si caminan en contra de [o perversamente conmigo], entonces también caminaré en contra de [o perversamente o con rudeza, o al azar contra ] tú;" como si hubiera dicho, que su obstinación y terquedad le obligaría a olvidarse de su paciencia y gentileza acostumbradas, y se arrojaría imprudentemente o al azar contra ellos. (421) Vemos, entonces, qué ganan los obstinados por su obstinación; Es esto, que Dios se endurece aún más para romperlos en pedazos, y si son de piedra, les hace sentir que tiene la dureza del hierro. Otra razón que podemos asignar para esta forma de hablar es que el Espíritu Santo, al dirigir su discurso a los impíos, comúnmente habla de acuerdo con su propia aprensión. Cuando Dios truena en serio sobre ellos, lo transforman, a través de los ciegos terrores que se apoderan de ellos, en un personaje diferente al real, en la medida en que no conciben nada más que entrar en él que la barbarie, la crueldad y la ferocidad. Ahora vemos la razón por la cual David no simplemente le atribuye a Dios el nombre y el cargo de juez, sino que lo presenta como armado con violencia impetuosa, para resistir y vencer al perverso, según se dice en el proverbio común: Un nudo duro requiere Una cuña robusta.

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