30. Su semilla le servirá. Cuanto más exalta la grandeza del beneficio, declara que será de tal carácter que la posteridad nunca lo olvidará. Y muestra cómo se perpetuará, es decir, porque la conversión del mundo, de la que ha hablado, no será solo por un corto tiempo, sino que continuará de era en era. De donde concluimos nuevamente, que lo que aquí se celebra no es una manifestación de la gloria de Dios para las naciones gentiles como resultado de un rumor transitorio y que se desvanece, sino que iluminará al mundo con sus rayos, incluso hasta el fin de los tiempos. . En consecuencia, la perpetuidad de la Iglesia está aquí ampliamente demostrada, y en términos muy claros: no siempre florece o continúa en el mismo curso uniforme a través de las eras sucesivas, sino porque Dios, que no quiere que su nombre se extinga en el mundo, lo hará siempre levantan algunos sinceramente para dedicarse a su servicio. Debemos recordar que esta semilla, en la cual el servicio de Dios debía ser preservado, es el fruto de la semilla incorruptible; porque Dios engendra y multiplica su Iglesia solo por medio de su palabra.

La expresión, Para ser registrado ante el Señor por una generación, se explica de dos maneras. Algunos toman la palabra hebrea דור, dor, por una sucesión de edades, y explican la cláusula de la siguiente manera: Se registrarán ante el Señor edad tras edad. Otros lo toman por generación, en el sentido en que la palabra natio [nación] se usa en la lengua latina. Como ambos sentidos se adaptan muy bien y casi llegan a lo mismo, dejo a mis lectores en libertad de elegir entre ellos. Sin embargo, admito, más bien inclinado a la opinión, que por esta palabra se designa al pueblo elegido de Dios y a su nación peculiar, que puede considerarse la herencia de Dios. Además, como el nombre Jehová, que expresa la esencia de Dios, no se usa aquí como se hace un poco antes, sino la palabra Adonai, no desapruebo la opinión de aquellos que piensan que Cristo está aquí expresamente investido de autoridad sobre (527) la Iglesia, para que pueda registrar a todos los que darán en sus nombres como del lado de Dios su Padre. Y, de hecho, como nuestro Padre celestial ha comprometido a todos sus elegidos a la protección y custodia de su propio Hijo, no reconoce como su pueblo a nadie más que a los que pertenecen al rebaño de Cristo.

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